Tarragona, como capital del Mediterráneo, siempre ha tenido el agua como protagonista. No solo por sus playas y calas de arena dorada, sino también por contar con uno de los monumentos de la época romana que mejor se conservan: el Acueducto de les Ferreres.
Construido por el emperador Augusto en el siglo I dC, llevaba el agua desde el río Francolí hasta el centro de la ciudad, recorriendo una distancia de 25 km. Todavía hoy se conservan 249 metros de sillares colocados en seco, que forman una doble línea de arcadas.
Dada su importancia, no es de extrañar que esta monumental estructura arquitectónica haya quedado plasmada en el skyline que decora una de las paredes de la sala Smart de Edificio Ematsa de Tarragona, espacio polivalente diseñado por Laura Estrada y destinado a conferencias para grupos y reuniones de empleados.